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Patricia
“La montaña que hay que atravesar para ser vista es bastante grande, sobre todo por la barrera del idioma”

Soy Patricia. Nací en Caracas Venezuela en 1984. Llegué al vecindario llamado Tussen de Vaarten en la ciudad de Almere, Países Bajos en el 2018. Esta es mi historia.

Crecí en el ambiente cálido entre los valles del Tuy y Caracas. Soy la menor de 3 hermanas y crecimos con ambos padres. Vivíamos en un apartamento que contaba con suficiente espacio para jugar con mis amigos y desde allí podía ver las montañas que rodeaban el valle. 

Desde los 3 años de edad ya cantaba un el grupo de música llamado “Casa Blanca” el mismo nombre que tenía nuestra residencia. Mi padre dirigió la agrupación ya que aparte de ser trabajador del estado también es músico compositor. El grupo se conformaba de mis hermanas y yo. Asistí al Conservatorio para tomar clases de ballet, jazz, danza folklórica venezolana y música en general. Recuerdo como le insistía a mi padre que me enseñara canciones para que yo las pudiera cantar con mi guitarra, la cual llevaba para todos lados. Mi madre siendo una mujer también muy artística, siempre se destacó confeccionando nuestros trajes.

Antes de terminar la escuela secundaria, ya trabajaba como artista en diferentes
compañías de danza, musicales, actuación, así como en el mundo de la televisión venezolana.  Terminé mi carrera superior en Ciencias Audiovisuales y Fotografía. En el 2014, mi pasión por el arte me llevó a fundar la Escuela de Ballet Real. Allí daba clases y producíamos musicales con el concepto de darle visibilidad profesional al Ballet que no era conocido en la región. 

En el año 2015 me casé con un chico que conocí en la parroquia. Ese mismo año hicimos un viaje por Europa conociendo los Países Bajos entre otros. Lamentablemente, en el año 2018 se desató una peligrosa situación en Venezuela y por ello tuvimos que salir del país, llegando al centro de refugiados AZC en Tussen de Vaarten Almere. Era una ciudad muy diferente a las antes conocidas ya que es muy moderna y nueva. 

Al inicio fue muy difícil ya que extrañaba mi familia, mi entorno, mi parroquia, mi escuela y trabajo. También el hecho de no tener privacidad ya que compartimos el espacio con otras 6 personas de diferentes países como fue Rusia, Irak, El Salvador, Cuba entre otros. Tratamos desde el inicio de aprender el idioma por medio de las clases que daban los voluntarios. Aún sigo siendo amiga de una de ellas. También participamos en clases fuera del centro AZC donde logramos sacar el diploma A2 de neerlandés antes de tener el status. Un gran apoyo ha sido la iglesia en Almere Poort donde somos miembros.

Desde el día que salí de mi país he llorado por tener que dejarlo. Gracia a la iniciativa que tuvimos con mi esposo de iniciar un grupo de danza folcklórica venezolana es que me he comenzado a sentir menos triste. El hecho de estar con personas dentro y fuera del AZC que comparten nuestra pasión significó mucho para mí. Pude reunir a personas que como yo, se encuentran en situaciones difíciles. De esta forma nos apoyamos ya que es duro el volver a iniciar tu vida en un país extraño.
El cantar, bailar, producir arte como tal me ha permitido estar activa y sentirme viva y útil. Ha sido mi terapia para salir adelante. Es cierto que es impresionante la multiculturalidad que existe en Almere, pero de igual forma es impresionante la invisibilidad que se tiene como ser humano. La montaña que hay que atravesar para ser vista es bastante grande, sobre todo por la barrera del idioma.

En el 2020 mi esposo logró conseguir trabajo de asistente de ortodoncista gracias a la experiencia y diploma de dentista de Venezuela.  Fue hasta el año 2021 que recibimos el estatus de residentes y tuvimos nuestro propio lugar para vivir.

Cuando apenas habíamos recibido nuestra casa tuve que ser operada de emergencia, porque tenía un embarazo de alto riesgo donde el bebé no podía crecer. Perdí el bebé. No era el primero que perdía y este hecho se sumó al dolor y tristeza que ya tenía. Sin embargo, el doctor en el hospital fue muy bueno con nosotros y nos animó diciéndonos que en el departamento de fertilidad del hospital Flevoziekenhuis nos ayudarían a que pudiera volverme a embarazar. Desde entonces soy paciente de ese grupo de médicos. Cada día trato de llenarme de esperanza y le pido al Señor que haga su voluntad en mi vida profesional, personal y familiar. Yo sé que él tiene un plan perfecto para mí.

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Authors

Fotos, Entrevista y Texto: Lyla Carrillo - van der Kaaden
Revisión de Texto: Babette Rondón
Fotostudio website: www.101studio.nl