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Claudia
“Lo que más apreciamos de vivir aquí es que estamos rodeados de bosque, que nuestros hijos juegan mucho al aire libre en el barro y andan descalzos.”

Soy Claudia, nací en Moscú en 1980. En 2020 vine a Almere. Vivo en Almere Oosterwold. Esta es mi historia.

Mi madre es colombiana y mi padre chileno; ambos llegaron con 18 años de edad a estudiar música a Moscú, Rusia. Mi hermana Laura y yo nacimos en esa ciudad. Por razones de trabajo,  toda la familia nos mudamos  a Francia, cerca de París, cuando yo tenía 9 meses de edad. 

Mi vida en Francia fue impregnada de la cultura latinoamericana gracias a mis padres, a mis tíos y a los amigos latinoamericanos de la familia. Mis amigos franceses siempre valoraron y apreciaron mis orígenes latinos como eran las reuniones latinas, los asados y las fiestas con baile. Mis amigos apreciaban el ambiente que existía en mi casa e imitaban con cariño el acento de mis padres. Siempre me sentí parte de la sociedad francesa; aunque a veces también fuera de ella.

De Rusia, no tengo ningún recuerdo. Mi único vínculo con Rusia es que gracias a mis padres, yo estudié 7 años ruso en la escuela. No logré aprender el idioma por su dificultad. Sin embargo, el vínculo afectivo sí existe.  Cuando escucho hablar ruso, me entra un peculiar sentimiento de nostalgia. Supongo que la razón es porque, de bebé, tenía una niñera que era rusa.

A los 18 años de edad emigré a los Países Bajos. Estudié en el Conservatorio violín y música clásica. Viví 8 años en Rotterdam rodeada de estudiantes internacionales. Durante mis estudios desarrollé el gusto por la música latina. Al finalizar mis estudios encontré mi pasión y mi propio camino. Tome confianza en mí misma y escuche mi corazón. Fue así que acepté ser parte en varios proyectos de charanga, salsa, música mejicana (Los Mezcales desde 2011) y el cuarteto de cuerdas de tango Pavadita (desde el 2008).

A mis 27 años me fui a vivir a Ámsterdam donde empecé a dar clases de violín. Fue allí donde tomé la decisión de aprender a hablar en neerlandés. Mis alumnos me enseñaron y me corregieron con cariño. 

Aprender a hablar este idioma fue determinante para empezar mi proceso de integración en Holanda. Fue así que logré ver más detalles y sutilezas de la cultura neerlandesa. También a comprender algunos códigos sociales de esta cultura. 

Frecuentemente tengo la sensación de sentirme fuera de esta sociedad. Mi pareja tampoco es de origen neerlandés, así que nuestro sentimiento de pertenencia en los Países Bajos es bastante fluctuante. No hay nada realmente que nos ancle a estar aquí, pero el nacimiento de nuestros hijos fue clave para dar un paso más en la integración y tratar de volvernos parte del sistema neerlandés. 

Al final del 2018, unos vecinos amigos nos hablaron de la posibilidad de comprar un terreno en Almere Oosterwold. Al principio nos sonó como un proyecto imposible. Pero poco a poco lo fuimos organizando y construyendo. Desde julio de 2020, vivimos con nuestros hijos en nuestro terreno, en una casa rodante; esperando que nuestra casa termine de construirse. Ha sido toda una aventura, entre minimalismo y falta de espacio. Es bonito descubrir lo flexible que podemos ser y lo mucho que nos podemos adaptar. 

Lo que más valoramos, viviendo aquí, es que estamos rodeados de bosque, que nuestros hijos juegan mucho afuera con barro y caminan descalzos. Tengo un pequeño huerto y estoy empezando a desarrollar más conexión con la tierra, las plantas y los árboles.

Lo que nos ancla ahora en Holanda es el proyecto de construir nuestra casa. Los pilones de nuestro futuro han sido una bella metáfora para ayudarnos a formar raíces en estos suelos. 

Después de casi 23 años de vivir en Holanda seguimos en nuestro proceso de integración. A veces me gusta poder observar y tener perspectiva sobre la sociedad que me rodea. Otras veces me siento sola, sin un fuerte lugar de pertenencia. Es como aprender a fluir de un sentimiento al otro y a aceptar los altos y bajos. Mis amistades son las que me proporcionan apoyo y sentimiento de pertenencia.
 

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Authors

Fotos, Entrevista y Texto: Lyla Carrillo - van der Kaaden
Revisión de Texto: Babette Rondón
Fotostudio website: www.101studio.nl