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Magdalena
“No fue hasta que di a luz a mi hijo en el hospital cuando me di cuenta de que no sólo el idioma seguía siendo una gran barrera, sino también todo el proceso de parto y el hecho de que no tenía familia a mi lado”

Soy Magdalena, nací en la ciudad de México en 1959. En el año 2000 llegué a los Países Bajos y en el 2003 en Almere Buiten. Esta es mi historia.

Crecí dentro de una familia de 7 hermanos siendo la de enmedio. Mis padres eran personas con valores que con un gran esfuerzo nos dieron lo mejor que pudieron. Mi niñez fue sin lujos sin faltarme nada. Mi vida era cumplir con mis tareas de la escuela y de la casa así como inventarme todo tipo de juegos. Escribia pequeñas historias de teatro y en las fiestas las representaba con mis hermanos y amigos. Yo quería estudiar teatro y por circunstancias no lo pude hacer.

Inicié los estudios de la preparatoria y al mismo tiempo trabajaba para pagar mi escuela. Fue en ese período, 1984, que hice un viaje de turismo a Europa. Fué la primera vez que salía de  México. Luego inicié mis estudios universitarios de Mercadotecnia mientras trabajaba en un banco. Me gradué e hice un viaje a Vancouver, Canadá por 7 meses para estudiar inglés. Un periodo donde me la pasé muy bien, conocí a mucha gente, y mi sueño de viajar se estaba realizando por segunda vez.

En 1999 en un viaje de trabajo a Acapulco, conocí a un chico neerlandés que estaba de vacaciones. Yo le escribí mi número de teléfono en un boleto del metro, él siguió su viaje por México y yo regresé a la capital a mi trabajo. Cuando él llego a la ciudad de México me llamó por teléfono y nos volvimos a encontrar  en un centro comercial. Este fue el inicio de una relación que lleva ya más de 21 años. Él todavía conserva ese boleto del metro.

Fueron 5 viajes de jueves a domingo que él hizo a México sólo para verme. El 1 de abril del 2000 acepté mudarme a su país e iniciar una nueva vida juntos. Recuerdo ir sentada en el avión a su lado con una carga de emociones encontradas. Por un lado una alegría enorme pero también mucha tristeza de dejar a mi familia y amigos. Sentía mucha incertidumbre de cómo sería mi vida en ese país y los retos que afrontaría.

Mi llegada a Schiphol fue impresionante. Era un día gris y lluvioso. La melancolía entró en mi al pensar “qué me espera en este país gris”, pero de inmediato me dije: “Magdalena, tu puedes, tu siempre puedes”. 

Llegué a vivir a un bello apartamento en el barrio de Plantage Muidergracht en Amsterdam con un vista envidiable el  Artis Zoo,  de frente y al lado un bello molino y muy a los lejos la Central Estación.  Estaba fascinada con los canales, restaurantes, terrazas y las calles típicas llenas de bicicletas y personas de todas las nacionalidades.

No tuve problemas con el idioma ya que me comunicaba con el inglés. Fue hasta que di a luz a mi  hijo en el hospital donde no sólo el idioma fué una gran barrera, sino todo el proceso de alumbramiento como el no tener a mi familia a mi lado. Fue una de las experiencias más traumáticas que he tenido.

El cambio de vivir en un nuevo país con un clima, idioma y cultura distinta con la llegada de la maternidad sin familia fue bastante difícil al incio. Hice mi curso de Inburgering en la noche cuando mi esposo cuidaba de nuestro hijo de un año.

Llegamos a Almere en busca de una casa con jardín que se encontrara en un lugar más seguro para nuestro hijo y que a la vez estuviera cerca de Amsterdam. Nuestra primera impresión fue que era una ciudad silenciosa, aburrida con pocas tiendas y restaurantes. Me gustaría que hubiera más vida nocturna y puestos en la calle como hay en México. Extraño mis tacos al Pastor. Me adapté fácil a esta ciudad al ver  las ventajas que ofrecía como: mayor espacio, áreas verdes, buenos vecinos, trabajo y un grupo de amigas latinas que me hacen sentir en casa.

Es en este país donde he reforzado mi fé en Dios y he tratado de transmitirla a mi hijo así como mi cultura. Recuerdo recién llegada a Almere participar en el grupo de madres e hijos hispanohablantes donde conocí a Lyla quien organizaba diferentes actividades. 

Además de trabajar unos días en el Hospital y dedicarme a mi casa y familia, pertenezco a un grupo de danza folclórica mexicana. Sigo inventando y organizando en casa diferentes actividades como pastorelas, fiestas mexicanas y posadas. Mi deseo es iniciar un grupo de teatro hispano donde pueda dar a conocer mi cultura. Soy mexicana de nacimiento y corazón, agradezco a los Países Bajos su hospitalidad y sobre todo que es aquí donde mis dos grandes amores nacieron; mi esposo y mi hijo.
 

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Authors

Fotos, Entrevista y Texto: Lyla Carrillo - van der Kaaden
Revisión de Texto: Babette Rondón
Fotostudio website: www.101studio.nl