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Yeline
“A través de mi comida kazaja que cocino en este país, llevo mi cultura y mi hospitalidad a la gente que me rodea”

Soy Yeline, nací en Almaty, Kazajistán, en 1980. En el año 2020, llegué a Almere. Esta es mi historia.

Almaty, la ciudad donde nací, fue la capital de Kazajistán durante la Unión Soviética, pero después de la independencia se trasladó a Astaná. Somos conocidos como uno de los 10 países más grandes de todo el mundo. Estamos orgullosos de nuestras maravillas arquitectónicas, del mar Caspio y de los caballos salvajes.

Crecí rodeada de montañas, de lo que más echo de menos ahora que vivo en Holanda. Solía pasear por el bosque y recordar las setas que marinaba y comía en el  invierno.  Mis padres tenían un huerto y solíamos comer todas las verduras muy frescas. Durante los 20 años que viví en mi ciudad la ví creciendo con rápidamente. Me recuerda a mi hogar.

Me crié durante el régimen comunista, pero tuve una infancia agradable, con todo lo necesario. Había riqueza y no había mucha diferencia entre ricos y pobres. El apartamento en el que vivíamos era suministrado por el gobierno.  

Recuerdo que mis padres me llevaban al circo de Moskou, al teatro, al ballet y a la ópera. Los conciertos en la Unidad Soviética eran baratos. Sólo teníamos que pagar 50 céntimos de un rublo. Mi lengua materna es el ruso, que era el único idioma que se hablaba. Estaba prohibido hablar el idioma kazajo. Te arriesgas a ir a la cárcel si lo hacías. 

Vine a Almere con mi marido holandés durante el periodo de Covid-19.  Fue muy difícil para mí porque estaba aislada y, como todo el mundo, no podía juntarme con nadie. Hacía frío y llovía. En Kazajstán tenemos 300 días de sol y me sorprendí que aquí habían menos. No podía ir a una escuela de idiomas ni practicarlo con otras personas debido a las normas de Covid, así que empecé en casa a aprender neerlandés con libros y mi marido. 

Me gusta la infraestructura de Almere donde el tren, el autobús y las bicicletas tienen su propia carretera. Vivo en un lugar tranquilo y agradable, rodeada de vecinos de otros países. Ahora que Covid ya no es un problema y podemos salir, tengo la oportunidad de conocer por fin a gente de otros países y hacer amigos. Estoy haciendo muchas actividades para integrarme como es formar parte del projecto Mujeres de Almere. Me alegra ver cómo la gente se ayuda entre sí, como ocurre en mi país.

A través de mi comida kazaja que cocino en este país, llevo mi cultura y mi hospitalidad a la gente que me rodea.  Siento que vuelvo a casa cuando cocino mis "Baursak", que son pequeñas bolas de masa horneada que reflejan mis raíces nómadas. Es fácil prepararlas ya que se frien rápidamente y se conservan más tiempo que el pan horneado. Gracias a los baursak muchas personas hambrientas sobrevivieron durante la Segunda Guerra Mundial; mi abuelo fue uno de ellos. Yo los preparo sobre todo en Año Nuevo, como postre cubierto con azúcar, miel o mermelada. Por suerte, en Almere puedo encontrar los ingredientes en cualquier supermercado y eso es fantástico. 

En Kazajstán hay más de 100 grupos étnicos que viven en armonía y sin discriminación. Creo que eso es más o menos lo mismo aquí en Holanda. Me gustaría encontrar la manera de contribuir a esta sociedad compartiendo mi cultura porque conozco las culturas rusa, uzbeka, ucraniana y kazaja y la cultura holandesa que estoy aprendiendo ahora. Espero ser capaz de unir todas esas culturas para enriquecerme desde dentro y crecer como persona. Sé que mi identidad cultural está dando forma y creando una nueva Yeline.

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Authors

Fotos, Entrevista y Texto: Lyla Carrillo - van der Kaaden
Revisión de Texto: Babette Rondón
Fotostudio website: www.101studio.nl