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Doris
“Creo que no regresaré a mi El Salvador y si lo hago será sólamente de vacaciones”

Soy Doris, nací en Sonsonate el El Salvador en 1964. En el año 1984, llegué a los Países Bajos (Apeldoorn) y en 1985 vine a vivir al barrio llamado Almere Haven. Esta es mi historia.

Sonsonate es una ciudad al occidente de El Salvador conocida como la ‘ciudad de los cocos’. Tiene un clima cálido con una temperatura de 32 grados todo el año.  Siendo pequeña nos mudamos a una finca cerca de la ciudad de Santa Tecla la cual le dicen “Nueva San Salvador” y es la segunda capital del país con un clima muy agradable. 

Tengo una hermana mayor que actualmente vive en mi país y otra menor que vive en Estados Unidos. Mi infancia la recuerdo rodeada de plantaciones de café ya que vivíamos en la finca donde mi  papa era agricultor. Tanto el aguacate como las naranjas, el maíz y frijol no nos faltó.
Cuando tenía yo 8 años, mis padres se separaron. Mi madre se llevó a mi hermanita para Guatemala, mi hermana grande se fue donde mi abuela ya que le quedaba más cerca donde estudiaba y yo me quedé con mi papá en la finca.

Tenía que caminar como un kilómetro para llegar a la única escuela que había en ese lugar. En el verano el camino estaba lleno de polvo y en el invierno había mucho lodo. Así que decidí seguir a mi hermana mayor y vivir con mi abuela. En el último año de la escuela básica inicié paralelamente un curso de corte y confección. Podía con el pasar del tiempo confeccionar mi propia ropa y también la de otras personas generandome ingresos. Terminé de estudiar mi bachillerato y después hice un año de secretariado. Fue en esta época que conocí a doña Marta madre de el señor Santos, un sindicalista de la Empresa Eléctrica Nacional que junto con otros luchaban por los derechos de los trabajadores. Éramos vecinas y salíamos juntas de compras o nos ayudabamos.

El país estaba en plena guerra civil y se vivía un ambiente de terror y existía muchas violaciones a los derechos humanos. Era prohibido hablar de política, salir de noche en la calle y se vivía con el temor de que a cualquier hora llegaran los militares a sacarlo a uno de sus casa y llevarlo preso o matarlo. Fué devastador vivir la agonia que tuvo doña Marta cuando metieron preso y matirizaron a su hijo Santos. Un grupo de periodistas neerlandeses encabezados por Koos Koster llegaron al Salvador a hacer un reportaje de la situación. Entrevistaron a Santos y al resto de sindicalistas en la cárcel. Dos días después fueron asesinados por los militares desencadenando una protesta mundial contra la violación de los derechos humanos que había en mi país.

Debido a este hecho, con el tiempo, llega el Embajador de Holanda en Costa Rica a El Salvador para entrevistar a los sindicalistas y ofrecerles asilo político. Ellos aceptaron la propuesta que incluía el asilo no sólo a ellos, sino a familiares y amistades más cercanas. Fue así donde por medio de doña Marta y su familia que me invitaron a unirme al grupo que emigraría como asilados políticos. El día 15 de octubre de 1984 salimos en grupo rumbo a los Países Bajos.

Llegamos directo de Schiphol al Centro de refugiados de Apeldoorn. Era pleno otoño y era un día nublado con neblina y mucho frio. Mi impresión grande fué ver los árboles calvos sin hojas lo cual me hizo pensar que talvés en este país ‘no llovía”; estaba muy equivocada. Ese frio que calaba mishuesos nunca antes lo había sentido y fue muy duro el cambio tan drástico del clima. Fue uno de los inviernos más fuertes de la época con mucha nieve, la cual nunca antes había visto. 

Éramos alrededor de 45 personas las que emigramos en grupo y con quienes convivimos todo ese primer período. En enero de 1985, todos fuimos trasladados de Apeldoorn a Almere Haven. La Municipalidad nos ayudó mucho en nuestra reubicación. Nos proporcionaron donde vivir, estudiar el idioma y nos asignaron personas voluntarias que nos ayudaron..

Me mantenía ocupada estudiando el idioma y luego tomé un curso de ‘cuidados para niños y adultos”. Hice mis prácticas en una guardería. Me casé con un salvadoreño que venía también en el grupo de exiliados y con quien tengo dos hijos (1990 y 2002).  Fui ama de casa mientras los criaba.ya que era muy difícil cuidar a los hijos pequeños y trabajar fuera de casa. Cuando el hijo menor tenía como 6 años empecé de nuevo a trabajar fuera de casa en Almere. Aún sigo trabajando solo que ahora como 10 horas a la semana. 

De las cosas que aún más extraño de mi país son las playas de agua caliente, frutas tropicales y nuestras típicas “pupusas’, que son tortillas rellenas de queso, frijol y/o carne. Pero principalmente extraño a la familia y amigos que dejé. En todos estos años que vivo en Holanda he podido solamente viajar a El Salvador cinco veces. Mis hijos han ido un par de veces pero no se acostumbraron al clima o forma de vivir de las personas. Ahora prefieren tomar otros destinos en sus vacaciones.  

La guerra civil terminó hace años pero la violencia y violaciones a los derechos humanos siguen azotando nuestro país con grupos de crimen organizado, pandillas, mareros y extorsionistas. Ya no hay seguridad en las calles y hay mucho temor. Es por ello que en Holanda me siento libre y segura. Estoy contenta de vivir en Almere que es una ciudad más tranquila que Amsterdam donde ya me siento en casa y tengo muchas amistades latinas como neerlandesas. La tranquilidad que me brinda la ciudad como el país no tiene precio.  

Me sigo sintiendo aún salvadoreña aunque tengo algo de holandesa ya que hablo más el neerlandés con mis hijos y vecinos que el español. Creo que no regresaré a mi El Salvador y si lo hago será sólamente de vacaciones. Veo mi futuro más aquí en holanda que lo que dejé en El Salvador ya que aqui están mis hijos y yo estaré siempre donde están mi familia que son ellos, mi esposo y futuros nietos.

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Authors

Fotos, Entrevista y Texto: Lyla Carrillo - van der Kaaden
Revisión de Texto: Babette Rondón
Fotostudio website: www.101studio.nl