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Anabela
“Algunos viven a 3.000 metros de altura, pero yo vivo a 4 metros bajo el nivel del mar”

Soy Anabel García, nací en 1969. En el año 2018 llegué a Almere. Vivo en un barrio llamado Literatuur Wijk. Esta es mi historia:

Nací y me crié en Junín, una ciudad de 100.000 habitantes en la provincia de Buenos Aires a 260 km de la capital. Es famosa porque aquí vivió Atahualpa Yupanqui y Evita Perón. Junín es una región agropecuaria de tierras fértiles en el corazón de la Pampa húmeda donde se asentaron inmigrantes italianos y españoles que iniciaron sus vidas en América huyendo de las guerras y la pobreza. 

Tuve una infancia privilegiada. Fui a la escuela, tuve tiempo para jugar y para aprender. Durante mi adolescencia fui deportista: hacía triatlones, nadaba y jugaba al voleibol. Desde los 15 años era militante política y ya estaba comprometida con varios proyectos sociales. A los 18 años gané una beca para estudiar en la URSS Lengua y Literatura rusa durante seis años. Viví y estudié en Moscú desde septiembre de 1989, antes de la caída del muro de Berlín hasta 1995, año en el que me gradué.

Mi vida desde los 18 años hasta hoy ha sido migrar de un país al otro por decisión personal y por curiosidad. Tenía claro que no quería casarme, ni tener hijos. Viví seis años en Rusia, cinco en Inglaterra, nueve en China, dos en Ecuador, uno en Brasil y dos en España, en las Islas Canarias. Mi sostén siempre ha sido la docencia en lenguas extranjeras. He enseñado por todo el mundo a niños y a adultos: español, ruso, chino e inglés.

Visité los Países Bajos por primera vez en 1990 como turista. Vine con Joeri, un novio neerlandés que conocí en Moscú mientras él estudiaba piano en el conservatorio. Recuerdo a su mamá que me esperaba con flores en Hoek van Holland en la plataforma del tren que venía de Moscú. Era la primera vez que pisaba Europa Occidental. Los Países Bajos me impresionaron por la armonía social, la arquitectura y la tranquilidad que se respiraba en la calle: la gente no estaba preocupada por la situación económica o por la inseguridad. Los neerlandeses se veían conformes con sus vidas, disfrutaban de su tiempo libre, de los parques, del arte, de la música y de la cultura

El primer periodo que residí en los Países Bajos fue del 2000 al 2003 en La Haya. Primero estudié el idioma en Albeda College en un curso estatal y luego trabajé en una empresa. En el 2003 quise realizar un sueño que tenía pendiente; aprender chino. Por eso dejé todo, y de Los Países Bajos me fui a Changchun, una ciudad en el noreste de China donde en invierno hace unos menos treinta grados centígrados ( -30º) . Nueve años fui profesora de español en la Universidad de Jilin en Changchun para alumnos de grado y posgrado. La misma universidad me otorgó una beca y cursé el doctorado en lengua china, fonología y adquisición del chino por hispanohablantes. Por amor partí de China a Ecuador, a Brasil, luego a España, en las Islas Canarias, para llegar finalmente a mi destino actual, la ciudad de Almere en los Países Bajos.

Esta segunda migración a Los Países Bajos fue en 2016 con 46 años, una maleta de 35 kilos y el conocimiento de la lengua y la cultura. Regresé porque este país me da paz y la libertad económica de llevar una vida digna. En 2018 compramos nuestra casa con mi novio Wim. Elegimos Almere por el trabajo, porque es un lugar estratégico en el corazón de los Países Bajos y está a 13 km de Naarden, donde vive su familia. Durante el Covid íbamos todas las semanas en bici a Naarden desde nuestra casa en Literatuurwijk, rodeando el Gooimeer, disfrutando del paisaje, del agua y de los parques del Polder. A mí, me emociona saber que el abuelo de Wim, Jan Hof, fue uno de los pioneros del Noordoostpolder y cavó zanjas con la pala en los años 30 para crear estas tierras donde vivimos, "el polder más grande del mundo”. Algunos viven a 3.000 metros de altura, pero yo vivo a 4 metros bajo el nivel del mar.

Soy feliz viviendo en esta ciudad, y a mis 52 años, si tuviera que volver a vivir, haría exactamente lo que he hecho. Tuve el privilegio de visitar 53 países, de conocer gente interesante, de aprender y de valorar otras culturas. La educación recibida en Argentina, una educación humanística y solidaria, fueron y son las herramientas que siempre llevo presentes en mi vida. 

Si bien nací y crecí en Argentina, me siento una ciudadana del mundo. Estudié seis lenguas para poder entender cómo la gente es feliz, cómo la gente sufre, y para poder aportar mi granito de arena a través de la educación y la comprensión multicultural.

Mi lema es: “Estamos en este mundo para servir a los demás, donde solo hay una raza, la humana”
 

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Authors

Fotos, Entrevista y Texto: Lyla Carrillo - van der Kaaden
Revisión de Texto: Babette Rondón
Fotostudio website: www.101studio.nl