Llegué a los Países Bajos desde Bagdad. 
En 2006 pude venir a Almere, porque mi marido ya vivía allí. Lo primero que me llamó la atención fue la hermosa y moderna ciudad. Disfruto de las grandes tiendas de aquí. Hay muchas opciones. En Irak sólo teníamos pequeñas tiendas familiares con poca oferta. 
Otra ventaja que veo aquí es la seguridad. También cuando se hace ciclismo.

A lo largo de los años he visto crecer a toda la ciudad y a mi barrio. En mi calle viven muchas personas de diferentes nacionalidades. Lo encuentro acogedor. No soy un extraño y pertenezco.  Hay muchas familias jóvenes con hijos de la misma edad que los míos.

En Almere, como en casi todo el país, las escuelas, el centro de salud, el supermercado y la parada de autobús están cerca de casa. 

En Irak hay más casas unifamiliares y no adosadas como aquí. Esa es una gran diferencia con mi país. Vivo en una casa adosada en la que todos tenemos el mismo estatus social. No hay mucha diferencia entre los pobres y los ricos. Eso me gusta.

Mi identidad es ahora "medio medio" porque en casa hablamos árabe y cocino iraquí. Mis hijos se sienten holandeses. Cuando hablan entre ellos, lo hacen en holandés.
He conocido a varias familias y personas iraquíes que ahora son mis amigos.

No puedo volver a mi país por la inseguridad que existe allí. Estoy agradecida de poder vivir en esta ciudad que nos ofrece seguridad. Mis hijos tienen un futuro mejor en Holanda.