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Lellany
“Me alegro de vivir en un país donde existe la libertad de expresión”

Cuando nací en La Habana Cuba estaba el régimen comunista Castrista en el poder. Tuve una niñez muy linda donde no me faltó nada. El sistema de provisión de alimentos subsidiados por el gobierno regulaba que todos tuviéramos lo necesario para comer. Por medio de una “libreta de abastecimiento” se llevaba el registro de lo que necesitaba el núcleo familiar: arroz, fruta, huevos, carne etc. No faltaban productos en las tiendas ni a mí los juguetes.

La educación en Cuba es para todos obligatoria y gratuita. Como cualquier niño, mi vida consistía en ir a la escuela y luego practicar un deporte y/o alguna actividad cultural. Yo jugué el vóleibol. Fue una bonita época donde todos teníamos los mismos derechos, había suficiente comida y no se notaban las clases sociales. Recuerdo que a partir de 1989 empezamos a tener un período especial de crisis por el bloqueo. Las reservas del país se estaban acabando y había carencia de productos en las tiendas. La vida se había complicado para todos.

Después que terminé el bachillerato quise estudiar Derecho. Soñaba ser abogada defensora pero lamentablemente ya no había lugares disponibles en esa carrera. No me permitieron inscribirme a pesar de que mi promedio escolar era de 8.9.  Como siempre me gustó bailar decidí estudiar en la Agencia de Espectáculos Artísticos TourArte en la Habana, donde aprendí todas las técnicas de baile. Soy bailarina profesional.

Los cubanos teníamos estrictamente prohibido el acceso a hoteles, centros turísticos y mucho menos podíamos estar con los extranjeros. Existía la penalización de cárcel si se violaba dicha ley. Yo tuve la suerte de trabajar para un hotel en Varadero, donde era parte del grupo de animación y centro de entretenimiento y arte. En las noches trabajaba como bailarina en los shows que se presentaban a los turistas y en el día en las actividades deportivas del hotel como el vóleibol de playa.

Una noche de 1999 mientras trabajaba conocí a un joven turista neerlandés. Me invitó a tomar algo después del show lo cual no fue permitido. Sin embargo pude hacerlo días después ya que él tramitó un permiso especial aceptado por mi jefe. Fue así que cada día de las siguientes dos semanas pude  después de mi trabajo, en el mismo restaurante del hotel, platicar con él y así conocerle. Claro, todo esto con supervisión de mis jefes. Al final de su estadía, el joven me invita a conocer su país y me promete regresar, lo cual no lo creí. 

A partir de la siguiente semana, todos los miércoles a la misma hora me llamaba por teléfono a la recepción del hotel, lo cual encontré halagador. Mi sorpresa fue que a los tres meses llegó de nuevo al hotel donde trabajaba. Como aún teníamos vigente el permiso, pude verle y platicarle. Fue allí donde me presenta la carta de invitación ya tramitada para que fuera a visitar su país. Acepté la invitación, juntos arreglamos los permisos y papeles que se necesitaban y logré viajar a Los Países Bajos. Era la primera vez que salía de la isla.

Al salir del aeropuerto de Schiphol, me asombré de ver un triste panorama donde todo era gris, con lluvia y frío. A pesar que había llegado en pleno verano, para mí el sol aquí no calentaba. No podía creer que existieran playas soleadas y a la vez tan frías. Todo me parecía tan distinto y me costó mucho acostumbrarme. Ya para octubre estaba que me tiraba por la ventana del frío. Tuve que comprarme por primera vez en mi vida ropa de invierno. 

En diciembre nos casamos y regresé a Cuba en espera de mi visa y residencia. Después de 5 meses llega por tercera vez él a Cuba y juntos regresamos a su apartamento en Amsterdam. Inicié mis clases de integración y del idioma neerlandés en el instituto ROC. A mitad del trayecto nació mi hija y gracias a que el gobierno pagaba la guardería pude terminar los estudios. 

Trabajé medio tiempo de ama de llaves en un hotel mientras estudiaba un curso corto de gastronomía y manejo de hotelería. La abuelita de mi esposo amablemente me ayudó a cuidar de mi hija para que pudiera yo trabajar. No bailé más a nivel profesional pero di clases de salsa por varios años. Asimismo fuí parte de un grupo de músicos y bailarines cubanos que nos presentábamos en fiestas empresariales ó festivales latinos.  

Años después quise hacer un cambio en mi vida y empecé a trabajar en el área de salud siguiendo un curso especial para ello. Trabajé en varios lugares con cargos como: asistente de enfermería en un centro de cuidados para ancianos, coordinadora en un centro de distribución de medicina y como empleada anfitriona de un centro de cuidados. Esporádicamente sigo ayudando a mis antiguos clientes en forma voluntaria. En el 2019 iniciamos una empresa con mi esposo llamada Relax Lounge en Amsterdam  https://relaxlounge.nl/.  a la cual le dedico gran parte de mi tiempo. Me gusta mucho lo que hago. 

Cuando nació nuestra hija yo recién llegada a Los Países Bajos, vivíamos en un apartamento en Amsterdam. Empezamos a buscar una vivienda más grande en un lugar más seguro y tranquilo donde pudiéramos criarla. Llegamos a ver casas en Almere y compramos una en el Muziekwijk en el 2002. Lo curioso era que a mi me gusta mucho la música y aquí todas las calles del barrio tienen el nombre de famosos grupos de pop, compositores, e instrumentos musicales. 

Por once años vivimos muy contentos en esa casa en fila hasta que en el 2013 nos mudamos a una casa independiente con más espacio en el barrio de Noorderplassen. Vivo contenta rodeada de naturaleza, agua y bosque, sin embargo extraño mi antiguo barrio donde todos los vecinos eran más sociales y había más comunicación. Todos nos conocíamos, nos saludábamos en la calle y organizábamos actividades en conjunto. Un poco como fue mi vida en Cuba. Ahora vivo en una casa más grande en un barrio donde la gente interactúa menos y hay menos sociabilidad. 

En casa hablamos español y sigo preparando platillos típicos cubanos. Mi esposo quiere mucho a mi Cuba y mi hija se siente más cubana que yo; tal vez porque cada año ha viajado a visitar a la familia con la que mantiene una estrecha relación. Yo sigo siendo la misma persona alegre, habladora y bailarina que fuí en Cuba. 

Mi país es Cuba, mantengo mis raíces y seré siempre cubana; sin embargo me siento también neerlandesa y amo este país que me acogió. Aparte del frío, no tengo nada negativo que decir de él. El tiempo que he vivido aquí me ha enseñado a pensar por mi misma, a expresar mis opiniones y a crecer independientemente. Me alegro de vivir en un país donde existe la libertad de expresión.

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Authors

Fotos, Entrevista y Texto: Lyla Carrillo - van der Kaaden
Revisión de Texto: Babette Rondón
Fotostudio website: www.101studio.nl