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Paulina
“Fue hasta que llegué a vivir a Los Países Bajos que supe y entendí la terrible realidad por la que estaba pasando mi país”

En  el año 1948 después de que la II Guerra Mundial había terminado y Europa estaba destruída, mis abuelos húngaros que vivían en Francia embarcaron rumbo a Sudamérica buscando nuevas oportunidades. Fue así como mi madre, entonces 4 años, y su hermana llegaron a Santiago de Chile junto a sus padres. Ella se crió como húngara chilena y al terminar sus estudios trabajó en un banco, donde conoció a mi padre chileno. 

Nací en Santiago de Chile donde viví hasta mis cuatro años cuando nos mudamos a la región de Arica en el norte de Chile. A mis 6 años, mis padres se separaron y regresé con mi madre y hermano mayor a vivir en Santiago, donde mi madre trabajó duro para sacarnos adelante y al cabo de unos años puso un almacén de abarrotes.  Me iba muy bien en mis estudios y la escuela me había dado una beca escolar por las buenas notas que obtenía. 

Crecí durante la dictadura militar de Pinochet. Recuerdo que todos hablaban sólo de política y el toque de queda por las noches era algo normal. A cada rato habían programas guvernamentales transmitidos en cadena por televisión y la gente protestaba por las calles. Se vivía con miedo.

Mi madre siempre nos protegió de la política y nos tenía prohibido irnos a meter al centro de la ciudad cuando habían revueltas. Creo que por ello no supe bien la realidad por la que estaba pasando mi país donde miles de personas desaparecían. Los metían en la cárcel o eran asesinados. Lo único que sí notaba, era el miedo con que los demás vivían. Fue hasta que llegué a vivir a Los Países Bajos que supe y entendí por medio de las noticias y otros chilenos asilados, la terrible realidad por la que estaba pasando mi país. 

Cómo llegué a Europa? A mis 15 años viajé a Michigan USA en un programa de intercambio estudiantil por un año. En ese período mi madre se vuelve a casar con un neerlandés y se muda a Amsterdam. Así que tuve que viajar directamente de USA a Europa sin tener la oportunidad de regresar a Chile y despedirme de mis amigas y familia. Mi hermano, quien estaba ya en la universidad, vendió la casa y se unió a nosotras al cabo de un año.

Recién llegada me sentía muy sola, desorientada y como flotando en el espacio. Ese primer año fue
muy duro ya que no sabía el idioma, todo me parecía tan distinto y estaba super triste de haber dejado a mis amigas y mi vida en Chile.   

Me enviaron a una escuela de idioma neerlandés para jóvenes extranjeros. Éramos de muchas nacionalidades. Gracias a que sabía un poco de inglés podía comunicarme con mis compañeros de clase. Me hice amiga de una filipina y un par de colombianas; con las que disfrutaba hablar en español. Al año siguiente entré a estudiar la educación secundaria del sistema holandés.  Me bajaron dos años y entré a 3 HAVO (bachillerato). En materias como matemáticas y física había salido muy bien, pero en idioma neerlandés, economía, historia de Europa y de Los Países Bajos muy mal.  

Mis compañeros eran mucho más jóvenes, Hice varias amistades que vivían repartidas por toda la ciudad y fue así que conocí Amsterdam como la palma de mi mano. Rápidamente me integré a la sociedad holandesa dejando de lado mis raíces latinas. Yo quería ser como todas mis compañeras y dejé de hablar el español y disminuí el contacto con hispanohablantes; algo que retomé en esta última década.

Trabajé casi un año en el Postbank. Por mala suerte se entraron dos veces a robar al banco siendo una experiencia muy fuerte para mí. Renuncié y decidí regresar a estudiar. Entré a una Escuela Superior en Diemen donde saqué el primer año de traducción francés-neerlandés terminando la licenciatura en Estudios Europeos.

Por medio de una conocida solicité empleo de aeromoza en KLM, empresa aérea neerlandesa, donde llevo ya 21 años trabajando. Conocí en 1991 a mi actual esposo quien es jefe de cabina y juntos compramos un apartamento en Amsterdam West donde vivimos hasta el 2005. 

En el 2004 nació nuestra primera hija y vivir en un apartamento de 50m2 se nos hacía muy difícil con la niña. Queríamos un lugar más grande y seguro para ella. Casas alrededor de Amsterdam eran muy caras. Vimos un anuncio en el periódico de casas en Almere cuyos precios nos llamaron la atención. Llegamos a ver una en el barrio de Parkwijk. Al entrar y ver esa casa de 3 pisos, con jardín, cocina aparte y una cochera me dije: Comprémosla! 

Ví además la gran ventaja que era la buena infraestructura y el diseño de la ciudad. Ahora nuestras hijas podrían salir seguras a la calle. Además en cada barrio hay una escuela básica, jardin infantil, parques y centro de salud. Fue una buena decisión.

Al inicio no me gustó Almere ya que estaba acostumbrada a Amsterdam. Echaba de menos los cafés y la vida en la calle, así como los muchos mercados que existen por toda la ciudad.  En Almere si quería comprar algo tenía que ir al supermercado algo que no es tan acogedor como los pequeños puestos de ventas en cada esquina de los barrios de Amsterdam. El centro viejo era feo, aburrido y con poco comercio; extrañaba tiendas como el Bijenkorf. Ahora tenemos un centro muy moderno y bonito.
 
Vivir en Holanda y en especial en Almere me ha demostrado con los años que este es un bonito lugar para vivir.

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Authors

Fotos, Entrevista y Texto: Lyla Carrillo - van der Kaaden
Revisión de Texto: Babette Rondón
Fotostudio website: www.101studio.nl