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Vanny
“Yo me compré la miniatura de un pasaporte y una maleta con Euros”

Nací en Quillacollo municipio ubicado en el valle de Cochabamba Bolivia. Mi ciudad es conocida como el Jardín de Bolivia por su clima primaveral y variedad de flora y fauna. Además se caracteriza por su gastronomía y bailes folclóricos.
 
Vengo de una familia grande y mi niñez fue sin lujos pero tampoco me faltó nada. En mis años de estudio estuve sólo rodeada de niñas ya que las escuelas mixtas fueron prohibidas hasta 1997. En mi tiempo libre jugaba baloncesto a nivel nacional. Tuve una pubertad bastante sana ya que me encanta el deporte, que pienso que es lo mejor que se le puede dar a una persona.
 
Siempre he sido muy inquieta e independiente y por ello trabajé y estudié al mismo tiempo después de obtener mi bachillerato. Además bailaba en festividades folclóricas donde la más famosa es la Conmemoración del Día de la Virgen de Urkupiña el 15 de agosto. Conocida como la patrona de la Integración Nacional de Bolivia. 
 
Miles de feligreses hacen un recorrido de 13 kilómetros hasta llegar a su altar en el cerro de Cota, ubicado en Quillacollo. Yo era parte de los 46 mil danzarines de la entrada folclórica que bailan por devoción hacia la Virgen. Para nosotros esta festividad, que consiste en cinco días consecutivos, es una de las muestras de amor, devoción, agradecimiento y fe que tenemos los creyentes de toda Bolivia hacia La Virgen.
 
En el año 2000 subí con mi familia al cerro de Cota a la ceremonia tradicional de la extracción de piedras que se llevan a casa y se devuelven al año siguiente. Se acostumbra también comprar Alistas o miniaturas que representan los deseos y anhelos que le pedimos a la Virgen y que esperamos se conviertan en realidad. Yo me compré la miniatura de un pasaporte y una maleta con Euros.
 
Lo curioso es que al día siguiente cuando llegué al café internet a chequear mi correo electrónico, encontré un mensaje de mi hermana que decía: Vente a Holanda. Me estaba invitando a conocer el país donde ella vivía con su esposo neerlandés y me ofrecía pagarme el pasaje. Nunca había viajado fuera de Bolivia y le dije que lo pensaría. Mis padres me dijeron que fuera a conocer Europa y que a la vez la ayudara a cuidar a mis sobrinos. Lamentablemente mi padre recibe esa misma semana la terrible noticia de que tenía leucemia. Murió a los tres meses quedando todos muy tristes.
 
Medio año después y recordando las últimas palabras de mi padre antes de su partida, abandoné mi tierra natal y llegué a Maassluis donde viví con mi hermana por dos años. Los Países Bajos me pareció  muy ordenado, desarrollado y sobre todo limpio. Los contrastes culturales se hicieron notorios desde el inicio de mi estadía como lo es la puntualidad que tiene aquí la gente; hasta en las fiestas! Me sorprendí mucho al ver que las personas no bailaban en las celebraciones de los cumpleaños o en reuniones. La comunicación se me hacía difícil al no saber el idioma neerlandés
 y porque no dominaba el inglés  Fue por ello que me metí a clases intensivas de Holandés. 
 
Ese primer invierno fue el período más difícil que he tenido en mi vida; la nostalgia se apoderó de mí. A pesar de que tenía a mi hermana con su familia en este país seguía extrañando mucho al resto de mi familia, amigos, clima, tradiciones y cultura. Fue por eso que tomé la decisión de regresar a mi país y reanudar de nuevo mi vida en Bolivia.
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Lamentablemente al tiempo de vivir en Bolivia noté que yo ya no era como antes. Me molestaba la impuntualidad de la gente e incumplimiento de los acuerdos, así como la falta de profesionalismo y la corrupción de muchas instituciones públicas. Sentía como que estaba entre dos culturas y ya no sabía a cuál pertenecía; no me sentía ya a gusto en Bolivia y recordaba sólo las experiencias positivas que tuve en los Países Bajos. Sentí que ya no tenía una identidad propia.
 
Poco tiempo después decidí regresar a Los Países Bajos y darme una segunda oportunidad en este país que en tan poco tiempo me había marcado la vida.  Llegué con visa de estudiante y empecé a trabajar en mi futuro. Estudié por 4 años en idioma neerlandés la carrera de maestra de la lengua Española en la Escuela Superior de Utrecht. Estaba contenta del logro alcanzado. 
 
El baile siempre me ha dado alegría, motivación y fuerza. Por ello desde el principio me incorporé a fundaciones de bailes folclóricos latinos formadas por migrantes iberoamericanos residentes en Europa. Bailamos en varios festivales tanto en Holanda como en el resto de Europa. Durante el carnaval de Rotterdam en el 2004, conocí al amor de mi vida; un joven holandés estudiante de psicología. No tardé mucho en darme cuenta de que yo quería vivir con él para siempre. El fue la luz que llegó a mi vida y que eliminó ese sentimiento de pertenencia a dos países tan diferentes. Ahora sabía que quería vivir para siempre en Los Países Bajos junto a él.
 
Nos casamos en el 2008 mudándonos a un apartamento en Amsterdam. Trabajaba dando clases de español en una escuela secundaria en Noordwijkerhout y clases privadas a particulares. Tuve toda clase de alumnos: desde diplomáticos hasta campesinos y desde quienes lo aprendían por motivo de trabajo hasta los que simplemente querían saber algo al ir de vacaciones. 
 
En el 2011 nació nuestro primer hijo y de inmediato empezamos a buscar una casa que tuviera jardín. Llegamos por medio de un anuncio a ver el proyecto IBBA2 en Almere Poort. Los precios eran asequibles ya que la alcaldía apoyaba a familias jóvenes con dicha construcción. Aunque no había nada que me uniera a esta ciudad, más que el hecho de tener un mayor espacio habitacional y vivir cerca de Amsterdam, compramos la casa. 
 
Nos mudamos en el 2012 al barrio Homeruskwartier. Había solo arena y un supermercado lo que era bastante incómodo; sin embargo me gustaba el área por ser todo nuevo. En los siguientes años vímos crecer aceleradamente Almere Poort. A los seis años ya no lo reconocía. Encuentro una lástima que por la urbanización se esté perdiendo el área verde y boscosa del Pampushout. Fue lo que más me gustó al mudarme. 

Cuando mi hija nació en el 2013, me dediqué a criar a mis hijos y daba sólo algunas clases particulares en Almere y Amsterdam. Fue hasta el 2019 que ya estando ellos un poco más grandes, acepté un trabajo de maestra de español en una escuela secundaria en Almere.
 
A la fecha, sigo feliz con mi esposo a quien le encanta la cultura boliviana, Aún sigo bailando y no dejaré de hacerlo, sobre todo porque mi hijo mayor quiere seguir mi ejemplo. Espero a futuro hacer coreografías para la fundación o iniciar un grupo de baile folclórico para niños. Por medio del baile y los platos bolivianos que preparo en casa sigo transmitiendo mi cultura y tradiciones bolivianas a mi familia y a mi entorno.
 

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Authors

Fotos, Entrevista y Texto: Lyla Carrillo - van der Kaaden
Revisión de Texto: Babette Rondón
Fotostudio website: www.101studio.nl