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Udine
“Para mi sorpresa, yo era la única mujer en toda la escuela”

Provengo de la parte exótica de los Países Bajos, las Antillas Neerlandesas, un verdadero paraíso que extraño hasta la fecha. 

Nací en la pequeña ciudad de Oranjestad, capital de Aruba, isla de playas blancas y agua turquesa ubicada en el mar caribe y frente a la costa de Venezuela. Crecí en Curazao, un país autónomo dentro del Reino de los Países Bajos y que, junto con Aruba y Bonaire, constituyen las islas "ABC" de las Antillas Neerlandesas. 

Mi madre, nacida en Suriname, es una mezcla de sangre indígena, africana, neerlandesa, inglesa y judía. Mi padre de sangre indígena, inglesa y barbadense nació en Curazao. A mis dos años de edad, mi madre nos llevó a vivir a Suriname. De los pocos dulces recuerdos que tengo de ese período de mi niñez están mi primera excursión escolar y la ropa que mi madre me confeccionaba. 

Cuando cumplí seis años regresamos a Aruba a vivir junto con mi padre que tenía su propio negocio de reparación de aparatos eléctricos. Un par de años después nos mudamos a Curazao donde mi padre consiguió trabajo en la empresa Phillips y mi madre de trabajadora social médica en el Hospital de Otrabanda . 

Allí terminé la primaria y durante la secundaria, siguiendo los pasos de mi padre, quise iniciar los estudios técnicos básicos de electrónica LTS. El profesor aconsejó a mis padres que era mejor que yo no cursara esos estudios porque los chicos en esa carrera eran bastante bruscos y yo sería la única mujer. Ese fue el motivo por el cual migré en 1985 a los Países Bajos con el objetivo de terminar mi educación media y conseguir luego trabajo. Llegué a vivir a la casa de una tía. Lo que más extrañaba era mi familia y las playas de color turqueza, arena blanca y agua caliente del mar. 

En Curazao practiqué el deporte de la natación y obtuve todos los diplomas correspondientes; incluso trabajé como asistente del maestro de natación, lo cual me dio la ventaja de poder nadar gratis. Sin embargo, dejé de practicar este deporte al llegar a los Países Bajos donde las piscinas climatizadas, bajo techo tienen mucho olor a cloro. Estaba acostumbrada a las piscinas al aire libre y menos congestionadas. 

El idioma neerlandés no fue un problema en mi integración ya que la mayoría de la población en Aruba y Curazao hablan por lo menos cuatro idiomas: papiamento, español, inglés y neerlandés, este último es el idioma de instrucción en escuelas y de trabajo del gobierno. 

Lo que sí me costó mucho al inicio fue acostumbrarme a ese mayor distanciamiento y menos amabilidad que tienen las personas aquí en comparación con las de las islas. Además sentía extraño estar rodeada de tanta gente de color blanco y que todos me miraban por mi piel oscura. A pesar de que Curazao es muy pequeña, yo no conviví ni ví muchas personas de piel blanca (neerlandeses o turistas) ya que éstas estaban en casas grandes circuladas ó en los hoteles. Cuando mi tía me dijo que “debía adaptarme a lo que era y había”, en ese momento hubo un cambio en mi mente y ví las cosas de una forma distinta.

Comencé mis estudios técnicos LTS en Amsterdam y, para mi sorpresa, yo era la única mujer en toda la escuela. Estaba rodeada sólo de hombres. El siguiente año escolar se matriculó otra chica pero al poco tiempo se salió de la carrera. 

Alquilé un apartamento en Amsterdam junto con mis hermanas que también habían emigrado para seguir aquí sus estudios. Mientras cursaba la Escuela Técnica Media (MTS) mi madre y hermano se unieron a nosotras. 

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Authors

Fotos, Entrevista y Texto: Lyla Carrillo - van der Kaaden
Revisión de Texto: Babette Rondón
Fotostudio website: www.101studio.nl