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Alejandra
“No fue hasta que vine a vivir a los Países Bajos que encaucé mis habilidades en algo que no sabía que era mi talento.”

Nací en Buenos Aires, capital de Argentina, país del tango, el mate y de gente que es una mezcla de aquellos inmigrantes europeos que a principios del siglo XX buscaban un futuro mejor. Soy lo que decimos “porteña”, ya que Buenos Aires es, también, un puerto.
 
Al estar mis padres divorciados, me crié con mi madre en un barrio tranquilo muy típico de clase media. La tranquilidad y seguridad que recuerdo era similar a la que vemos aquí en Almere. Lastimosamente esto en Argentina ha cambiado mucho en la actualidad. 
 
De niña y de adolescente era muy tímida. Me gustaba mucho leer. Tenía amigas con las que nos juntábamos en casas a bailar o platicar. Guardo muy bonitos recuerdos de esa etapa de mi vida.
 
Antes de iniciar la Universidad, a mis 17 años, mi madre murió, lo cual fue algo que marcó mucho en mi vida. Inmediatamente luego de su muerte, empecé a estudiar la carrera de Derecho en la Universidad de Buenos Aires. La etapa universitaria fue un consuelo ante mi situación ya que siempre me gustó estudiar. 
 
Me recibí de abogada en 1994 (año en el que también fallece mi padre) y empecé a ejercer la profesión siempre en relación de dependencia en bufetes de abogados. Nunca estuve satisfecha con el trabajo que realizaba y creo que escogí dicha carrera casi por mandato materno. 
 
A mi actual marido lo conocí en 1995 en unas vacaciones de esquí en la Patagonia al sur de Argentina y cuyos paisajes en nada tienen que envidiar a los Alpes suizos. Nos casamos en el año 2000.
 
Argentina venía en decadencia con una historia de golpes militares, dictaduras, agravando cada día  la economía del país. En diciembre de 2001 estalló una gran crisis económica y el país quedó en quiebra. Por esta razón decidimos partir de Argentina en busca de un futuro mejor para nuestro hijo, que ya venía en camino.
 
España e Italia no eran opción para nosotros por las pocas posibilidades de trabajo. Así que decidimos probar suerte en los Países Bajos atraídos por la curiosidad de que en ese momento, una argentina llamada Máxima Zorreguieta estaba de novia con un príncipe neerlandés. Nos informamos en el Consulado de los Países Bajos en Buenos Aires sobre el país y qué oportunidades de trabajo tenía. Al tener mi esposo doble ciudadanía (italiana y argentina) nos fue más fácil la decisión de emigrar a Europa. 
 
Llegamos en julio del 2002 a Ámsterdam. Gracias a unos amigos argentinos, logramos conseguir un apartamento y mi esposo, que habla francés, inglés y español, obtuvo de inmediato un trabajo en un call center.  Lo que más me sorprendió al llegar al país fueron esos bellos canales y las casas con ventanas sin rejas, cosa muy normal en mi ciudad para evitar los robos. De inmediato me dediqué a cuidar de mi hijo, integrarme a la sociedad y aprender el idioma neerlandés (Inburgeringscursus). No tuve tiempo de extrañar Argentina. 
 
En febrero del 2005 nos mudamos a Almere Buiten. Vivir en esta ciudad era una diferencia abismal comparada con Ámsterdam. Por menos dinero podíamos alquilar una casa bastante nueva y con jardín. Al principio la ciudad no me gustaba y me parecía aburrida; ahora opino lo contrario. En 2007 compramos casa propia en el barrio llamado Regenboogbuurt (Barrio del Arcoiris), con muchas zonas verdes y, como su nombre lo indica, con sus casas de colores.
 
Desde que llegué a este país, noté que existía mucho interés para aprender el idioma español. Los idiomas siempre me han sido fáciles así que empecé a dar clases privadas de español en mi casa. ¡Encontré mi verdadera vocación! En 2006 completé un curso en línea de enseñanza del idioma español para adultos. Al año siguiente empecé a trabajar en la Universidad Popular (Volksuniversiteit) donde llevo ya más de 13 años trabajando y desde 2017 también trabajo para otro instituto privado dando clases a adultos. Además continúo con las clases privadas en mi casa, tanto para adultos como clases de apoyo a niños y/o adolescentes.
 
No fue hasta que vine a vivir a los Países Bajos que encaucé mis habilidades en algo que no sabía que era mi talento. Gracias a ello mantengo así mis raíces, divulgo y fomento este maravilloso idioma a través de su cultura y sus variadas tradiciones. Y puedo decir humildemente que me siento un puente en la unión de lo neerlandés y todo lo concerniente a la cultura de España y de Latinoamérica. Mi corazón es mitad celeste y blanco, colores que representan a los argentinos y mitad  color “naranja” ("oranje"), que representa a los neerlandeses.
 

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Authors

Fotos, Entrevista y Texto: Lyla Carrillo - van der Kaaden
Revisión de Texto: Babette Rondón
Fotostudio website: www.101studio.nl